sábado, 13 de julio de 2019

Ciclo

Despertaba, era tarde ya parecía un domingo tipo 12:00. Miraba por la ventana y llegaba una Jeep claramente militar a la puerta de la casa, que a todo esto parecía ser la de mi abuela.
Yo sabía que venían a buscar algo, pero nunca supe que. Quizás aquella arma que poseía, un pequeño cubo de 2x2cm casi entregado por dios para poder eliminarlos a todos ellos. Quizás aquella reunión para almorzar con los fascistas la organice yo.
En fin, aquel cubo tenía un poder descomunal de destrucción, debía eliminar a todo aquel grupo humano , era mi misión.
La primera vez que lo intente me sorprendió volver a despertar. Juré que había activado el cubo durante la cena, si bien tenía cierto retraso la hecatombe una vez apretado el botón de inicio, no sentí que nada lo interrumpiese.
Salí de mi cama nuevamente, vuelo a ver por la ventana y la escena se repetía, pero ahora una mujer más venía en con la caravana. Evidentemente militar, estaba en conocimiento que había fallado la vez anterior y me dijo que ella poseía la versión final del cubo y que podía acabar con el tiempo mismo una vez ella quisiera, e iba a querer cada vez que activase el cubo.
No entendía nada, como podía volver a vivir si había desatado el fin del mundo y además, alguien luego me dice que puede de verdad acabar el ciclo.
Como sea, apreté de nuevo el cubo y mientras el tiempo enlentencia previo a la explosión, sentía como se desintegraba el tiempo con la activación del cubo de aquella mujer.
Desesperé.
Al despertar la 3era vez, huí rápidamente para activar el cubo en el centro, dónde pudiese mezclarme en la multitud y que no me detuviesen. De igual forma, una vez que había activado el cubo, el tiempo se deformó y sentía que el aire se acababa. La atmósfera era tibia y oscura, mi cuerpo se elevaba entre una nube invisible de angustia y soledad. Decidí intentarlo de nuevo. Ya había comprendido que de alguna forma tenía el poder para llevar a cabo aquella misión, porque podía volver a despertar aquel día tipo domingo a la misma hora.
En esta oportunidad a penas desperté apreté el botón. Sonriendo con la esperanza que acabase todo, el tiempo vuelve a abstraerse y como si se viera del espacio una esfera de color verde oliva envuelve una dimensión cercana al tamaño de Rusia y colapsa sobre sí misma.
Lloré, había fallado de nuevo. No podía entender que pasaba, como era posible que aquella actividad tan simple como apretar un botón y colapsar mi vida junto a la del resto podía ser opacada por otra máquina igual de compleja a la que poseía.
Desperté, corrí, antes de que llegasen los Jeeps militares, logre huir por la autopista termine en un a colina, alta, casi abandonada. En su cima un molino de antaño, aún con sus aspas girando de forma suave con el viento agudo que circulaba.
En su lentitud recordé el porque debía acabar todo. Todo se volvió tan claro y decidí intentarlo nuevamente, pero incluso en la soledad del molino una vez que activaba el cubo, sentía como antes de que acabase todo colapsaba mi vida y el espacio sobre mi.
Debí morir y no morir, despertar y cerrar los ojos unas 20 veces. A tal punto que me frustré.
En una oportunidad ni siquiera salí de la cama, mis tíos fueron a preguntar por qué no fui a cenar y la mujer militar me fue a conversar incluso. Me confesó que sabía lo que debía hacer en caso de que yo activase el cubo, ella activaba el suyo dentro del delay de explosión. Su misión era que la mis tuviese fracaso. 
Ya me estaba frustrando, no podía concluir lo único que realmente sentía que debía hacer. Intenté hacerlo de cien formas distintas. Salí al centro, en el metro, cruzando la calle, al a hora de almuerzo, a penas despertaba, en un cerro, en la micro, acompañado, sólo, etc. 
Fue tanto que me desesperé, dejé a rienda suelta la locura y cometí crímenes previo apretar el botón, tampoco genero un cambio en el final del cuento, solo volvía al ciclo infinito. 
Ya no tenía sentido nada, sentía mi pecho oprimido y las lágrimas caían por mis ojos, decidí incluso no salir de la cama esa última oportunidad la mujer subió a conversar conmigo. Me dijo al oído que ella sabía lo que tramaba, y que estaba dispuesta a todo con tal que no sucediera. Me había ganado, no existían más caminos. Todo se iba a negro.

Desperté, pero en esta oportunidad eran las 5:03 de la madrugada. 
Ahora si había despertado.

jueves, 11 de julio de 2019

Alejandole

Se van las ansias
queda la roída masa heterogénea
de mi ser buscando su foco

Se van las amarguras
queda la saturada conciencia etérea
de un vástago emancipado

Se van los miedos
queda el armazón a medio oxidadar
de un caballero sin escudo

Que se vayan
que se vayan todos